El número de objetos brillantes que pueden descubrirse en el cielo con un simple anteojo o telescopio de aficionado es del orden de varios millones, naturalmente no tiene sentido uno por uno. La mayoría de ellos son estrellas, brillantes unas, débiles otras en cuya observación encontraremos muy poco de particular y de la que nos fatigaríamos al poco tiempo, por tanto, es necesario proceder con una selección. Se debe comenzar con aquellas más conocidas, centrarlas en el ocular, enfocarlas hasta obtener su imagen más nítida, aprender a distinguir sus colores y estimar a ojo sus magnitudes. Valiéndonos del catálogo podremos, por comparación primero a simple vista y luego a través del telescopio, aprender a discernir su magnitud. Cuando estamos acostumbrados a medir el brillo de un buen número de ellas, podremos evaluar la de muchas otras poco conocidas. Al principio pueden cometerse errores, pero poco a poco se irá adquiriendo la práctica.

Tipos de observaciones

Además de las estrellas individuales, cuya observación, como hemos dicho, puede ser aburrida, en el firmamento hay otros objetos que llaman mucha más la atención del aficionado:

  • Estrellas variables.
  • Estrellas dobles o múltiples.
  • Cúmulos abiertos o globulares.
  • Nebulosas.
  • Galaxias.

¿Qué son las estrellas variables?

Una estrella variables es aquella cuyo brillo, visto desde la Tierra, no es constante. Las estrellas variables incluyen estrellas cuya emisión de luz fluctúa realmente, conocidas como variables intrínsecas, y otras cuya luz se ve interrumpida en su trayectoria hasta la Tierra por algún factor externo, que puede ser otra estrella o una nube de polvo estelar, que son las variables extrínsecas. Los cambios en la intensidad luminosa de la mayoría de las variables intrínsecas se deben a pulsaciones en el tamaño de la estrella o a interacciones entre las componentes de una estrella doble.

Las estrellas más espectaculares son las supernovas, en las que la estrella se destruye en una gigantesca explosión.

Hasta 1987 sólo se habían identificado realmente 3 a lo largo de la historia. La más conocida es la que surgió en 1054 d.C. y cuyos restos se conocen como la nebulosa del cangrejo.

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