Una persona puede encontrarse en el agua por haber saltado de su barco que ha tenido que abandonar, o bien, porque se ha caído por la borda y el barco se ha alejado. En el primer caso se supone que lleva el salvavidas puesto y en el segundo lo más probable es que no.
La primera reacción de un hombre en el agua es el shock debido al frío, el miedo y la desesperación. Deberá chillar para que le oigan los del barco, pero cuando vea que no le pueden oír, es conveniente ahorrar fuerzas.
Si el náufrago lleva salvavidas deberá tomar la posición fetal o HELP (heat scape lessening posture) llevando las rodillas hacia la barbilla y cruzando las manos por delante del pecho. De esta manera conservará mejor el calor del cuerpo y obtendrá la posición de equilibrio para flotar sin esfuerzo.
Si el náufrago no lleva salvavidas permanecerá lo más vertical posible con movimientos de las piernas y brazos, pero sin hacer grandes esfuerzos que obliguen a una pérdida de calor, excepto para alejarse de las hélices del barco, coger un salvavidas que le han echado o para llegar a tierra cuando la distancia es corta. Si la temperatura del aire no es fría se puede quedar horizontalmente inmóvil en la superficie.
Cuando el náufrago está mucho tiempo en el agua es muy probable que tenga fuertes calambres que le provocarán dolores debido a la mala circulación en las extremidades; para evitarlos es conveniente hacer flexiones de dedos, codos y rodillas para activar la circulación de la sangre.
Rescatado el náufrago se subirá a bordo a mano entre varios tripulantes o por medio de un estrobo pasado por el pecho y enganchado a un aparejo firme al amantillo de la botavara, driza de la mayor, del spi o con la pluma del bote auxiliar si es una balsa. Se pondrá en un lugar caldeado y se despoja de las ropas mojadas, aplicándole bolsas de agua caliente o una ducha caliente. Se arropa bien con mantas y se le dan a beber líquidos calientes, excepto café o té.
Para más información ver el PATRON DE YATE, del Capt. J.B.Costa.