Al navegar a un determinado rumbo y velocidad, notamos en la cara un viento, que necesariamente no hace falta que sea de proa. Si miramos la veleta o la bandera veremos que ambas marcan la misma dirección. Este viento se llama viento aparente y será más intenso del través hacia proa y menos hacia popa.
Podemos afirmar, por tanto, que el viento que marca la veleta cuando el barco está parado es el real y cuando el barco está en movimiento es el viento aparente.
Si lo representamos gráficamente tomando la dirección y velocidad del viento aparente, que será la resultante de un paralelogramo y el rumbo y la velocidad del barco, que será una componente del mismo, el viento real será la otra componente de dicho paralelogramo.
La construcción del paralelogramo de fuerzas es la siguiente: Se traza sobre la carta o en un papel cuadriculado la dirección del viento aparente medido con la veleta y su intensidad medida con el anemómetro; a continuación se traza el rumbo efectivo del barco y su velocidad. Uniendo los extremos de ambos vectores obtendremos el viento real y la velocidad real del mismo.
Navegando a ceñir, cuanto mayor es la velocidad, mayor es el viento aparente y más hacia proa se va desplazando; dicho fenómeno a veces nos engaña pensando que en una bordada ya podemos virar porque el viento nos va a dar para llegar al punto de destino y, en cambio, una vez a rumbo vemos que no es así.
Otro fenómeno a tener en cuenta navegando en popa es que no apreciamos realmente la velocidad del barco al no percibirlo por la cara. Esto pasa entrando en puerto con viento en popa, al pasar cerca de un muelle nos damos cuenta que vamos disparados.
(Para más información ver el CAPITÁN DE YATE, edic. 2009 del Capt. J.B.Costa).